Dos mares
Paseando (queda mejor que decir trabajando) el otro día por la costa de Granada, observé sorprendido lo peculiar del paisaje. Había poblaciones linderas con el mar y donde en cualquier parte estaría la zona mas cara llena de bloques de apartamentos turísticos, aquí estaban ubicados cientos de invernaderos. Además colocados en primera línea de playa tan solo separados del agua los pocos metros necesarios para que con el sube y baja de las mareas no fueran alcanzados.
Por algo la llaman la costa tropical. Cultivan aquí aparte de multitud de verduras, (entre ellas el famoso tomate cherry) una enorme variedad de frutas tropicales y subtropicales (mangos, aguacates, chirimoyas, nísperos y otras muchas que ni conozco los nombres) en laderas imposibles y en el mas inesperado rincón de un peñasco.
Es un paisaje de rocas, alambres, plásticos y palos formando barrios enteros de invernaderos con sus calles, sus accesos desde la carretera, ¡Vamos que lo que les falta es el buzón en la puerta!
Dedicado a este paisaje se me ocurrieron estas sencillas líneas:
Un mar amarillo parduzco
de plásticos de invernaderos,
muere a los pies de un azul profundo
sustento de marineros.
Almuñecar, Motril o Salobreña,
ejemplos de pueblos costeros,
alojados entre calas y peñas,
para disfrute de los viajeros.
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