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Entre curva y curva (reflexiones de un viajante)

La curva 325

Hoy está todo helado. Los charcos de las cunetas, los campos, hasta los guarda-raíles tienen una capa blanquecina recubriéndolos. Es un paisaje espléndido para la vista aunque no para la conducción. En cada zona sombría, en cada curva en descenso, me acuerdo de mi cuñado que, a pesar de su prudencia, perdió su coche (gracias a Dios sólo el coche) al perder el control en una curva helada, estrellándose y viendo con impotencia como se incendiaba. Hoy parece que la gente sigue corriendo igual y no veo más prudencia en la carretera. Yo por si acaso voy a levantar el pié vaya a ser que el charco helado de la curva 325 (o de la 523, nunca se sabe) tenga otra noción diferente a la mía de lo que es “velocidad adecuada”.

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