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Entre curva y curva (reflexiones de un viajante)

El salto del cabrero

¡Bueno!, ¡sobrevivimos!

El domingo estuve con la familia haciendo una ruta de senderismo por la sierra de Grazalema. Fue la denominada “ruta del salto del cabrero”. Casi todo perfecto. El día envidiable de temperatura, los ánimos fuertes y una ruta a priori de sólo 8 kms. y de dificultad media a media baja nos prometían un día inolvidable.

¡Y tan inolvidable!

¿8 kms.? Será en línea recta en helicóptero.

¿Dificultad media baja? Pues eso en el helicóptero porque a pié no veas.

Mi niño que todavía no ha soplado su quinta vela de cumpleaños estaba “cansadito” pero se portó como un campeón. Yo tengo agujetas hasta en las uñas de los pies y los demás no creo que estén mejor.

Empezamos la ruta a las 13:00 en el puerto del Boyar y acabamos en Benahocaz a las 17:30 con apenas una pequeña parada para comernos el bocadillo a las 14:30 más o menos. Habíamos dejado mi coche en Benahocaz y con él subimos al boyar por carretera para recoger el coche de mi cuñado y comer algo en un merendero antes de que el frio nos echara para casa.

La verdad es que siendo sinceros fue un día muy bueno si no tenemos en cuenta que fue algo más duro y largo de lo previsto. Los paisajes preciosos (la vista del salto del cabreo es impresionante), la compañía muy grata (por algo vamos juntos, je, je) y como ya he dicho el día acompañó. Tuvimos que saltar piedras, atravesar varias cancelas, saltar muros, rodear vacas y cruzar por un barrizal. ¡Vamos todo lo que le gusta a un niño! (y a los mayores)

La sorpresa ha sido cuando por la mañana le he preguntado a mi niño que si estaba cansado y me ha dicho que sí pero que el sábado que viene quiere otra aventura. Que quiere ir a un castillo.

¡DIOS NOS COJA CONFESADOS!

 

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