Hace tiempo, para convencer a mi hijo de que recogiera su cuarto me inventé un cuento que le narré al estilo cuentacuentos gesticulando mucho y de forma más sencilla que esta que escribo. Viendo el éxito que tuve, me decidí a escribirlo para no olvidarlo. Es este:
“El duende de los juguetes vive en una montaña del horizonte a la que ningún niño y muy pocos padres pueden ir. Más o menos donde acaba el arco iris que es la tierra en la que nacen los sueños y donde las pesadillas quedan atrapadas para que ningún niño se asuste. Es sin duda una tierra mágica y llena de cosas y personajes especiales. Allí tiene su casita, en un gran árbol cargado de muchas hojas, muchos mas años, y algún que otro nido con pájaros que cantan lindas canciones.
Es pequeño, como un niño de tres o cuatro años. Tiene una cara simpática con una sonrisa muy blanca que nos demuestra que es amable y bueno, dos orejitas picudas que dan mucha risa, y unos bonitos ojos azules. Parece joven, pero mirándole bien a los ojos, nos damos cuenta de que en ellos se reflejan el paso de muchos años y que desprende un cierto aire de sabiduría.
Lleva un gorro verde, largo y de pico con una cinta roja y una hebilla de plata. Una chaquetilla verde sin cerrar y una camisa naranja le quitan el frío del pecho, mientras que unos pantalones un poco cortos como los de los piratas, dejan ver unas medias naranjas también como la camisa. Para sujetarse estos pantalones tan chulos tiene un cinturón de cuero y una pequeña bolsa roja atada a él donde guarda con su magia los juguetes. Pero lo más especial de su traje es que toda la parte verde de su ropa parece que ha crecido en algún árbol pues está hecho de hojas frescas que nunca se marchitan y que con lo colorido del resto le hacen parecer un pequeño árbol de navidad. Aunque lo mas curioso son sus zapatos, hechos de hojas también como el resto de su ropa y con dos cascabelitos en la punta. Estos zapatos, a veces le han traído problemas, pues cuando entra en el cuarto de algún niño, por muy despacito que lo haga, siempre van haciendo tin tin, tin tin y le pueden oír. Pero a él le gustan y prefiere llevarlos aunque más de una vez ha tenido que salir corriendo para que no lo vean.
Al amanecer, cuando llega a su montaña y a su bosque, se acerca a su árbol, mira a un lado, mira al otro, y cuando se asegura de que nadie le ve, tira de una rama y se abre una puerta secreta. Entra en un largo pasillo y al fondo ¡tachan! Una habitación grandísima con muchos juguetes, y un taller con muchas herramientas para arreglar los juguetes de los niños buenos. Su trabajo consiste en vigilar a los niños y lo que hacen con sus juguetes. Si algún niño no los recoge o los maltrata, él se los lleva y se los da a otro niño que los cuide. Si algún juguete se rompe, y si el niño ha sido bueno, se lo lleva e intenta arreglarlo ¿Qué quien son los niños buenos? Pues aquellos que le hacen caso a su papa, a su mama y a su “seño”. ¿Tú eres bueno? ¿Solo un poco? Pues hay que ser muy bueno para que el duende no se lleve tus juguetes y para que te arregle los averiados.”